En días pasados se realizó en el IPACOOP un acto de gran trascendencia humana, al suscribirse un convenio entre esta institución y la Secretaría Nacional para la Integración Social de las Personas con Discapacidad (SENADIS), para que grupos interesados en practicar el cooperativismo participen en el programa Viva, Crítica en Líneamos sin Barreras.
El convenio compromete al IPACOOP de a capacitar técnicamente al personal de SENADIS con temas relacionados al fortalecimiento de las organizaciones, mediante procedimientos para manejar programas de crédito y administración cooperativa.
Por su parte, SENADIS se compromete a crear un grupo formador de formadores que serán capacitados por el equipo técnico del IPACOOP para que se especialicen en el manejo del programa de crédito y administración cooperativa.
Nos parece una loable labor, al cual el gobierno nacional debe brindar todo su apoyo, traduciéndose éste en darle mayor presupuesto al IPACOOP para que logre la contratación de más profesionales para la educación cooperativistas y técnicos.
Y ya que nos adentramos un poco en el campo educativo, nos enteramos que en España se ha introducido en la enseñanza primaria y secundaria, una asignatura denominada "educación para la ciudadanía", con el propósito "de que en los centros se transmitan conocimientos y valores que motiven a los estudiantes a ser personas comprometidas con la comunidad en la que viven: los vecinos, el barrio, la ciudad, el país, el planeta, etc.".
Señala el artículo que nos brinda la información, que los gobiernos piensan que deben actuar sobre los centros educativos e intentan que sean los maestros y profesores los que eduquen en la urbanidad, en la comprensión multicultural, en el amor a la patria, en el respeto ecológico, en las actitudes democráticas y no descartan esa posibilidad.
Pero añade, "sin negar que de algo pueda servir la asignatura, éstos aspectos cívicos se aprenden, sobre todo, del ejemplo cotidiano de madres y padres y de los mensajes que se transmiten desde los medios de comunicación y los líderes de opinión que, verdaderamente, influyen en los niños y jóvenes".
Lástima que el artículo es bastante extenso y que no podamos transcribirlo todo en esta columna, con el cual nos identificamos plenamente, sobre todo cuando señala que: "el ejemplo que dan algunos líderes de partidos políticos, responsables de algunas federaciones de padres de familia y una parte de la iglesia, no es de recibo".
¿Qué buen ejemplo pueden dar esos políticos que dicen una cosa y hacen otra; que todo lo critican cuando están en oposición y no hacen nada cuando están en el gobierno; que hablan de patriotismo y permiten la intromisión de gobiernos extranjeros en los asuntos internos de nuestro país?
¿Cómo queremos que nuestros hijos sean buenos ciudadanos, si nosotros no lo somos?