"Orina feliz, orina contento, pero lo principal orina adentro", dice un viejo refrán que le cae como anillo al dedo a muchos hombres y a algunas mujeres, que parecieran estar jugando como el tiro al blanco cuando van a un sanitario.
No hay nada más asqueroso que ir a un baño y ver todo manchado de amarillo, porque un cochino no pudo apuntar bien en la taza . Y después se preguntan porqué no les quieren prestar el servicio cuando van a una casa ajena.
En las instituciones públicas y privadas se han escuchado frases tan tontas y egoístas como "no me importa ensuciar el baño si el de mantenimiento limpia". En este solo hecho se ve si se es hombre de verdad o de mentira. Si un hombre no pude controlar su miembro, lo más probable es que no pueda controlar ni su vida.
En muchos restaurantes y bares la comida se nos daña con sólo ir al baño. Lo más triste es que sea una mujer incurra en esta situación, siendo ellas las defensoras de lo bello y galante.
En algunas ocasiones le toca a un individuo ir a reuniones donde todos los integrantes están ensacados y encorbatados, como supuestos caballeros y galanes. Pero al ir al servicio uno puede observar que toda esa elegancia se queda atrás y ensucian todo el borde de la taza.
Esto es cuestión de urbanidad y respeto. Es algo que se aprende desde niño. El orine es una sustancia que el cuerpo desecha porque no es saludable, así que si tiene contacto con la piel de otro ser humano lo más probable es que le cause alguna enfermedad. Piense esto cuando vaya al sanitario y el chorrito se le desvié del camino correcto.
Seamos más educados y respetuosos y pongámonos a pensar que si fuéramos nosotros no nos gustara limpiar esa sustancia y menos que lo hicieran en nuestras casas que con tanto esfuerzo la limpiamos.