A cada momento, residentes de diversos sectores trancan las vías públicas en reclamo de alguna acción del gobierno. El más reciente caso fue el de los residentes de la playita Bique, quienes bloquearon por casi siete horas la autopista Arraiján-La Chorrera y la vía Interamericana.
El hecho causa molestias. La gente no puede llegar a tiempo a sus trabajos o a sus lugares de destino, aparte que tienen que soportar el calor propio de permanecer dentro de un vehículo por tantas horas.
Muchas veces, esos tranques se podrían evitar, si las autoridades atendieran a tiempo los reclamos de las comunidades. Es probable que los residentes de Bique enviaran notas reclamando el arreglo de la carretera o una mejor distribución de agua potable, pero no hubo una respuesta efectiva.
Así las cosas, la gente entiende que la única forma que se le escuche es cerrando calle; en pocas palabras como reza el dicho: "el que no chilla no mama".
De esa forma se ha creado una especie de cultura de tranque, para que se le preste atención a los sectores humildes. A todos nos friega que se cierre una vía, sobre todo en un país, donde no hay calles de desahogo, pero esa es la única forma en que se hacen escuchar.
Tan cuestionables son los cierres de calles que afectan a terceros, como los funcionarios que no atienden los reclamos de los más pobres. En un país donde se pregona tanta bonaza económica, no puede haber tanta desidia en atender y resolver los problemas de las comunidades. Los humildes quieren respuestas y no tanto cuento.