Hoy martes el Sindicato Único de Trabajadores de la Construcción y Similares (SUNTRACS) y los agremiados de otros grupos sociales afines a ellos respaldarán un llamado a huelga general de 24 horas, en protesta por las muertes de dos obreros en incidentes armados con agrupaciones que ellos denominan "amarillos".
Este conflicto, que se venía llegar desde hacía tiempo, se ha polarizado políticamente, entre grupos afines a empresas vinculadas a proyectos que realiza el Gobierno de turno y el SUNTRACS, que busca hegemonizar su control sobre los gremios de trabajadores en todo el país, dándole un matiz izquierdista.
La ciudadanía ha observado con preocupación que tanto el Gobierno como los sindicalistas del SUNTRACS se han puesto en pie de guerra, sin que exista un canal de diálogo para evitar que las partes afectadas, incluyendo al resto de la población, se vea afectada por los previsibles incidentes que hoy pueden ocurrir o posteriormente.
Intolerable es la actitud de las fuerzas del orden y de las autoridades en permitir que el conflicto entre sindicatos "rojos" y "amarillos" llegue al nivel que está en el presente. Tampoco es bueno que los trabajadores, que son parte del pueblo panameño, se enfrasquen en una lucha que ya está derramando sangre en las calles.
Preocupante es la postura de altos funcionarios del Estado que no quieren hablar con los trabajadores, demostrando de hecho incapacidad para negociar. Entonces, el ciudadano común y corriente debe correr a su suerte ante las afectaciones que pueden ocurrir en esta fecha, cuando se den los cierres de calles, las manifestaciones que pueden ser violentas y los tranques vehiculares que afectarán a terceros.
También pedimos a los dirigentes del SUNTRACS, que luchan por una causa popular, que tengan cordura y disponibilidad de hablar con las autoridades, para encontrar un punto de concordancia, bajando posturas extremistas de parte y parte.
Si dicen representar el clamor del pueblo panameño, de cuestionar otros problemas nacionales como la crisis de la seguridad social, el transporte público, la delincuencia, los envenenados con el jarabe maldito, etcétera, mejor reevalúen sus planes para atender las necesidades de la población istmeña.
La convocatoria a huelgas y paros en obras emblemáticas de la construcción en nada ayudan al desarrollo del país. Recuerden amigos del Gobierno y de los obreros, que Panamá está en los ojos de todo el mundo.
Roguemos a Dios para que ilumine con su sabiduría a los dirigentes de los trabajadores y al Gobierno, evitando que el conflicto laboral sobrepase los límites de la tolerancia.
El panameño quiere vivir en paz y armonía, no en medio de una lucha social generada por partes extremistas e irreconciliables.