La decisión en torno al futuro de Manuel Antonio Noriega todavía es incierta. Sería prematuro aventurar si será repatriado a Panamá o enviado a Francia. El juez norteamericano William Hooveler, prefirió darse su tiempo y no adoptar una decisión en torno a la legalidad o no de que el exdictador panameño, fuera enviado a París para enfrentar un proceso por lavado de dinero.
La decisión la adoptará el 24 de agosto, 16 días antes de que el exjefe de las Fuerzas de Defensa salga en libertad tras cumplir una condena de 17 años por narcotráfico y lavado de dinero.
Hooveler, quien juzgó y sentenció a Noriega a principios de la década del 90, le reconoció al exhombre fuerte de Panamá, el carácter de prisionero de guerra.
Ya ayer, Hooveler comentó que en el caso de Noriega, se debió contemplar la gravedad de los cargos de asesinato que enfrenta el reo en Panamá, mientras que en Francia lo acusan de lavado de dinero.
El dilema lo enfrentaría la justicia panameña. No habría mayor problema si Noriega retorna a Panamá y cumple aunque fuera una parte de su condena. Incluso para cualquier reo resulta más llevadero pagar una sentencia en su país -con acceso a las visitas de familiares y amigos- que cumplir una condena en cualquier cárcel europea.
La situación se complica con la reforma penal aprobada recientemente por los diputados, que permite que un reo con edad superior a los 70 años, pueda cumplir su condena bajo la figura de casa por cárcel.
Sin duda que el caso de Noriega se constituye en una papa caliente tanto para Estados Unidos como para Panamá. Al final, todo indica que será una decisión que deberá adoptar el Departamento de Estado norteamericano, sin importar mucho lo que quiera el juez Hooveler y la defensa de Noriega. ¡Quizás Noriega no se quede en Estados Unidos, pero tampoco lo tendremos en Panamá ni en Francia!