La liturgia de la Palabra de este domingo nos invita a no desfallecer a pesar de nuestras debilidades humanas. En este proceso se hace importante que fomentemos en medio de nuestra comunidad y con quienes vivimos el perdón, un gesto que nos hace imitadores más cercanos de Dios y nos enseña a reconocer la presencia de Dios en nuestra comunidad.
"El que crea en Mí tendrá vida eterna"
Juan siente una gran preocupación y es poder mostrar por medio de signos la realidad de Jesús para que nosotros podamos creer. Por ello, los fariseos no aceptan que Él sea el Pan que ha bajado del cielo; piden signos para poder creer. Así mismo, el Evangelio apunta e mostrar la función y el centro que tiene Jesús en este relato, mostrarlo cómo a través de Él se puede llegar al Padre.
La enseñanza del Evangelio de hoy la debernos traducir en una vivencia auténtica. No debemos murmurar. Por esto, la actitud de los fariseos no debe trascender nuestras experiencias de vida. Para creer no siempre debemos pedir signos, sino afianzar nuestra fe en quién es el verdadero Pan de vida. Hoy como cristianos católicos creyentes, se debe fundamentar nuestra confianza, estilo de vida y fe en un reconocimiento sincero de que la Trinidad que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, actúan en conjunto.
Tomado de la Revista Vida Pastoral de la Sociedad de San Pablo Año 37 – No 135.