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Los muros guardan historias de mujeres que cometieron delitos y pagan por ellos. |
Son mujeres... y también criminales. Muchas de ellas llegaron de otras fronteras, tal vez con una maleta llena de ilusiones de superación, pero en un segmento del círculo de la vida, firmaron contrato con la mafia o se enredaron con el mal. Ellas son las presas en la cárcel de mujeres en Panamá.
Un día cualquiera, los minutos se hacían eternos para el periodista que esperaba la confirmación para entrar al centro carcelario, en las afueras de la ciudad capital, y donde se recogen más de mil mujeres, la mayoría colombianas, purgando condenas por tráfico de drogas.
Algunas de esas mujeres fueron usadas como "mulas" para llevar la mercancía a otro destino; otras estaban directamente asociadas a grupos criminales y narcotraficantes. Son varias dentro de la gama del crimen.
MALAS NOTICIAS
El permiso para las entrevistas con las presas, no fue otorgado porque la orden venía "de arriba", según el mensajero.
Explicó que varias de las reclusas se habían solidarizado con presos colombianos confinados en La Joya, quienes la semana pasada se cosieron los labios en protesta ante las autoridades.
Una reo contactó al periodista y le dijo que: " la cosa aquí es desesperante". Se habla de hacinamiento y malos tratos. Aseguran que la mandataria tiene la solución en sus manos, dando una rebaja de pena.
Recientemente, las reclusas extranjeras sentenciadas por tráfico de drogas pidieron a la mandataria Mireya Moscoso que revise sus casos, cumplidas las dos terceras partes de la condena, alegan que son madres, esposas, hijas, mas sin embargo, lastimosamente también violaron la ley.
REALIDAD
La cárcel no es el sitio ideal para ausentarse largo tiempo del hogar. Allí van los criminales en mayor o menor escala, y los delitos tienen peso.
La mayor parte de las mujeres presas llegan a las prisiones con una historia previa de maltratos, abuso de drogas, desesperación económica, pero eso no significa que tales experiencias puedan ser consideradas inductoras de la criminalidad o responsables de su entrada al sistema penal.
La cárcel parece ser un eslabón de una cadena múltiple de delitos que se inicia en la familia, se perpetúa en el transcurso de la vida y se completa en las penitenciarías.
El problema es que no existen iniciativas de prevención para evitar que las mujeres caigan en la cárcel, centro donde supuestamente se debe pagar esa infracción a la Ley y el Orden de la sociedad.
Por otro lado, los expedientes de esas damas demoran demasiado tiempo en despachos de los fiscales encargados de sus casos, lo que complica y agrava el problema de esas mujeres, quienes piden respuestas a sus casos y no tanta demora en resolver su dilema en esas agencias del Ministerio Público. Por un lado, la Ley intenta ser justa, y por otro, ellas piden reconsideración.
LA LEY ES LA LEY
Las mujeres en prisión sostienen que han violado sus derechos. Quieren volver a estar al lado de los suyos, pero la Ley es la Ley.
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