Un reciente operativo encubierto de la Policía Nacional puso al descubierto un secreto a voces: la venta de drogas ilegales en algunas discotecas de la capital. El asunto es tan viejo como la sarna, pero por mucho tiempo las autoridades y la sociedad se hicieron de la vista gorda.
Sin embargo, ahora se desplegaron agentes encubiertos que junto a la Fiscalía de Drogas montaron una compra controlada de drogas y encontraron de todo. Los surtidores de narcóticos ofrecían éxtasis, cocaína y marihuana.
Usted pedía y ellos te servían. En la red había panameños y colombianos, que hoy deberán enfrentar un proceso ante la Fiscalía de Drogas por envenenar a nuestra juventud con sustancias narcóticas.
Lo sucedido constituye además un llamado de alerta a los padres de familia que permiten que sus hijos -sin ningún tipo de control- concurran cada fin de semana a centros de diversión, donde se exponen a las tentaciones y a los peligros de las drogas.
No hablamos de mantener encerrados a los jóvenes. La diversión debe ser sana. No hay porque recurrir a ningún tipo de sustancias alucinógena para despejarse del estrés diario que generan los estudios y el trabajo. Se puede bailar, conversar con los amigos y departir, pero sin viajar a otra galaxia bajo los efectos del éxtasis, la coca o el canyak.
Ese tipo de operativos de las autoridades deben proseguir y de comprobarse que los dueños de negocios están involucrados, se les debe aplicar todo el peso de la ley y clausurarle por siempre esos locales.