Respirando al unísono, corrían los años de estudio y lucha, en un abrazo noble cuantificado en el hielo, derretido por el sol, eterno tú juramento salio sin fondo. Calzada de tacones altos magnetizados con el brillo alucinante de la sociedad. Sin límite a tus ambiciones, seducida a un espejismo de realidades que solo se viven en películas. Sin conocer el amor viví en el tormento.
Incapaz de tolerar la traición consciente del fracaso, me sustraje de la realidad buscando inmunidad a su impunidad. Transformado de animal domestico en un animal salvaje herido, sediento de amor. Llaga supurante de las trampas cuando te abandona el éxito.
Alma en pena en madrugadas, vagando muerto en vida amanezco temprano, acostándome tarde en una cama desnuda. Cuento las espinas en mi almohada tratando de encontrar lo extraviado en el laberinto de mis ilusiones desconsoladas, concluyendo siempre con la misma cifra. Morir es un gesto de liberación, cuando pierde la vida la ilusión.
Sufriendo aseguro mi agonía, bebiendo solo agua, cada día del pan del recuerdo me alimento, con el pacto inquebrantable de llevar a otras encarnaciones las cicatrices de mis culpas. Martirizando mi alma y cuerpo con la intención que ese dolor compre para mi próxima encarnación todo lo que en esta me falto.
En el umbral de la muerte, despojado de sentimientos, sin tiempo para un último deseo, el sufrimiento, compensándome parte de lo extraviado me concilia con la vida, sobreviví a la humillación y al fracaso. Aunque extravié todo sentido de identidad, sigo existiendo según términos propios.
Omití culpas e inocencias, capitulando una dramática decisión claudiqué utilidades triviales: Lo mío tuyo era, juntos lo derrochamos todo. Lo tuyo, solo para ti. Punto final en vez de coma.