MENSAJE AL CORAZON
El perdón
nace de la sabiduría

Romulo Emiliani
Monseñor
Aprenda a pedir
perdón. Todos hemos hechos daño a otros, a nosotros
mismos, a Dios. Hemos cometido errores y dejamos en la historia
de nuestras vidas huellas de ofensas, de pecado, de dolor, de
tragedia. Tenemos que hacer un acto de humildad y de sinceridad
aprendiendo a pedir perdón.
Pensemos por ejemplo, lo que otros seres humanos esperaban
de nosotros. A algunos hemos defraudado pues realmente esperaban
más. Muchas veces ha sido nuestro egoísmo, el pensar
más en nosotros mismos; otras, el usar a las personas
para nuestros propios fines. También el pisotear la dignidad
de otros con nuestros actos primitivos: cólera, lujuria,
chismes, calumnias, trampas o juzgar a los demás. Hemos
sido viles verdugos y esto es de las tinieblas.
¿Qué hacer cuando en nuestro pasado ha sucedido
algo así? Pues, pedir perdón. El perdón
es el camino de la sabiduría y de la felicidad. Usted
no puede volver al pasado y recuperar lo perdido, pero sí
puede pedir perdón. A Dios en primer lugar. El es amor
y el primer herido por nuestras faltas de amor. Luego a los que
uno ha hecho daño, y compensar nuestro pasado de maldad
con un presente de amor auténtico. Sólo así
calmaremos nuestra conciencia, cumpliremos con Dios e iremos
eliminando nuestro complejo de culpa. El perdón que pedimos
debe tener una vía de expresión visible, concreta
y esta vía es la acción. Cuando Jesús convirtió
a Saqueo, él dijo: Señor devolveré
cuatro veces más de lo robado a los demás.
Compensó un pasado de maldad con un presente de amor auténtico.
Nuestro arrepentimiento será en verdad auténtico
cuando compensemos nuestro pasado de maldad con un presente de
amor auténtico.
Un médico famoso, quien era director médico
de una clínica en los Estados Unidos, donde se hicieron
miles de abortos, cuando comprendió que una vida es vida
desde que el óvulo es fecundado, se convirtió en
un apóstol defensor de la vida, dictando charlas y conferencias
sobre el tema en muchas universidades y clínicas norteamericanas.
Su acción ha permitido detener miles de crímenes
en gente desorientada.
Si en su casa ha sido una persona de mal genio, sólo
siendo agradable, amable, etc., podrá usted compensar
su pasado de maldad. Si ha sido perezoso, sólo la acción
en esas cosas que le son difíciles, compensará
su pasado de maldad. Si ha sido agoísta, sólo actos
conscientes de generosidad.
Recuerde: Practique actos contrarios hasta que se conviertan
en hábitos. Nunca es tarde para comenzar. ¡Y es
algo maravilloso! Usted se irá sintiendo cada día
mejor y más contento, se irá deshaciendo de su
complejo de culpa, y será cada día más feliz.
Cuando en verdad pide perdón y se arrepiente, se reconcilia
con Dios y con los demás, usted experimentará una
paz grandísima. Ser deudor de otros es fatal. Sentir que
se han roto lazos espirituales de amor y de amistad, es peor
que si uno tomara un hacha y destrozara una escultura muy valiosa.
Hay que reconciliarse, pedir perdón y comprensar el mal
que uno ha hecho con acciones de amor.
Reflexionemos sobre nuestras vidas. La solución es
el perdón y la reconciliación. Por más que
hagamos, nunca podremos pagar todo. Pero El, Jesús, lo
pagó con su sangre. El pone lo principal de la deuda.
El pone los billetes, nosotros sólo ponemos las monedas.
Pero ellas son importantes. Nuestras monedas de amor y arrepentimiento
completarán la cuenta. Pídale ayuda al Señor.
Recuerde que con El, usted es capaz de perdonar porque, ¡Con
El somos... Invencibles!.
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