CRIMENES FAMOSOS El extraño caso del asesino John Lee "El hombre que no pudieron ahorcar"

Redacción
Crítica en Línea
Tenemos que retroceder más de 100 años para traerles la extraña historia de John Lee, pero el viaje merece el esfuerzo. El lugar fue el pintoresco pueblo de pescadores de Babbacombe, en la costa de Devonshire en Inglaterra. La señorita Emma Ann Keyse, una acaudalada solterona, vivía allí en una confortable pero bastante aislada casa de campo sobre un acantilado que enfrentaba el mar. Ella mantenía varios sirvientes, incluyendo dos hermanas, Eliza y Jane Neck, quienes había estado a su servicio por 40 años. Elizabeth Harris había sido su cocinera por dos años. Era medio hermana del lacayo, John Lee, de 18 años. John no era un ángel. Había trabajado brevemente para Emma cuando tenía sólo 14 años, pero la dejó para alistarse en la marina. Después de dejar el servicio, fue empleado como ayudante de mayordomo en Torquay, pero no duró mucho. John fue atrapado robando la platería de prisión. A pesar de su complicado pasado, Emma le dio una oportunidad por segunda vez. Se cree que puede haber sido influenciada por su media hermana, Elizabeth Harris. Emma manejaba la casa en forma rigurosa. La noche de un viernes se retiró a su dormitorio en el segundo piso, donde leyó un libro. Jane Neck le hizo a su patrona una taza de cocoa y la dejó en la cocina, como era su costumbre. Jane luego controló las puertas y fue a su dormitorio, el que compartía con su hermana. Elizabeth Harris se encontraba en cama, ya que no se había sentido bien ese día y se había retirado a su habitación temprano al anochecer. John Lee llegó a la casa alrededor de las 11 p.m. y se acostó. Algún tiempo después de las 12:40, Emma debe haber recogido su cocoa y retornado a su dormitorio en el segundo piso. Se preparó para la cama poniéndose un camisón y un saco de lana. Luego dejó su habitación por razones desconocidas y fue abajo. Alrededor de dos horas más tarde, Elizabeth Harris fue despertada por el humo que entraba en su cuarto. Se levantó de la cama y despertó a las hermanas Neck. Eliza corrió escaleras abajo a través del denso humo. Oyó a John Lee gritar, “¿Qué pasa?”. Continuó hasta el comedor y casi tropieza con el cuerpo de Emma. John salió corriendo de la casa de pescadores y pronto se les unió la Guardia Costera. Apagaron tres fuegos en la casa, los que habían sido encendidos con papel y aceite de parafina. Emma Keyse había sido asesinada y su asesino había obviamente prendido varios fuegos en la casa, sin importarle si mataba a todo el personal también. Cuando alguien pidió un hacha para cortar algunas partes dañadas del techo, John trajo un hacha pequeña, la que normalmente era guardada en un cobertizo exterior. El hacha estaba manchada de sangre. Por una peineta y manchas de sangre encontradas en el vestíbulo, se aseguró que había sido atacada allí y arrastrada desde el vestíbulo al comedor, El hachita traída por John fue comparada con las heridas en la cabeza de la mujer muerta. Concordaban perfectamente. La garganta de Emma había sido abierta de oreja a oreja. Una búsqueda en la cocina descubrió un cuchillo manchado de sangre en un cajón. No había manera de que el asesinato hubiera tenido lugar sin el conocimiento de John. Una lata de aceite de parafina se guardaba en el armario de la antecocina a 45 centímetros de su cama. Antes del asesinato la lata había estado llena. Ahora yacía destapada y manchada de sangre. La puerta del armario de la antecocina no podía abrirse sin disturbar a John dormido en la cama. John fue arrestado y acusado del asesinato de Emma Keyse. En el momento de su arresto, se encontró que el foro de su saco estaba saturado de sangre. El saco también apestaba a aceite de parafina. El 2 de febrero de 1885, fue juzgado por asesinato. Además de la evidencia física, Elizabeth Harris testificó que había encono entre John y Emma. John había estado planeando cambiar de empleo y había amenazado a Emma si no le daba buenas referencias. Le dijo a su hermana, “si no lo hace, borraré la casa hasta los cimientos”. Después que el jurado inglés deliberó sólo por 40 minutos, John fue encontrado culpable y sentenciado a morir en la horca. La sentencia sería llevada a cabo el 23 de febrero de 1885. La noche anterior a su muerte, John le confió al capellán de la prisión, reverendo John Pitkin, que había tenido un sueño en donde él permanecía en la horca con una soga alrededor de su cuello cuando algo extraño sucedía y detuvo la ejecución. El asesino convicto fue llevado al cadalso. El verdugo colocó la soga alrededor de su cuello y fueron dichas las últimas palabras del servicio fúnebre. El cerrojo fue sacado. Nada sucedió. La puerta trampa no se abrió. En realidad no se movió. El verdugo tiró el cerrojo una segunda vez con el mismo resultado. Intentó nuevamente. No sucedió nada. John fue sacado de la puerta trampa. El mecanismo fue aceitado. Se colocaron pesos en la puerta para probarla y la trampa funcionaba. Lee, que no se había alterado durante todo el proceso, fue colocado nuevamente en la puerta trampa. Pitkin inició nuevamente las oraciones. El cerrojo fue sacado. Una vez más la puerta no se abrió. El asistente del verdugo le dio a la puerta una rápida patada. No cambió nada. Por segunda vez John fue retirado. Fue llamado un carpintero para alisar los bordes de la puerta para que así se abriera libremente. Todo esta listo. El Rev. Pitkin comenzó sus rezos por tercera vez. John fue colocado en la puerta trampa. El verdugo tiró del cerrojo. Nada sucedió. Esta vez el Rev. Pitkin se negó a continuar. John, cercano al colapso, fue sacado de la plataforma y devuelto a su celda. Ese mismo día recibió un indulto y fue enviado a prisión por un lapso de tiempo indeterminado. Después de pasar 23 años en la cárcel, John fue liberado en 1907. Se casó y emigró a los Estados Unidos.
|