A veces cuando voy en la mañana al trabajo, quisiera llevar en el auto un rifle automático AK 47 mágico. Pienso que con esa arma podría "hacer justicia", y poner fin al desorden que existen en nuestras principales avenidas.
Es que transitar por la ciudad capital es una verdadera guerra. Todos están contra todos y no comprendo cómo no ocurren más víctimas de tránsito.
Ya sea en la Vía España, Transístmica o la Tumba Muerto, se libra una verdadera batalla campal entre carros particulares, taxis, diablos rojos... ¡y peatones!
A salir de la casa y entrar en la fila, con frecuencia se dan tranques causados... por un taxista fresco, que se detiene a tomar o deja pasajeros donde la da la gana.
Allí quisiera tener mi mágico rifle para sacar de circulación a esos taxistas desalmados y poco me importa.
Continuo es el "tranque de cada día". Ahora ya las aglomeraciones de vehículos no se dan en las llamadas "horas pico".
Actualmente a cada hora hay un tranque en la capital.
¿Y los policías de Tránsito? Parece que fueran una "especie en peligro de extinción". No se les ve en los sitios donde más se les necesita.
Pero si usted se descuida y se pasa una luz amarilla-roja, no le extrañe que aparezca un "paco" para ponerle una boleta.
También usaría mi rifle mágico para llamar la atención y atraer al lugar a los Policías para que arreglen el tranque.
Sigo manejando "en primera", cuidándome de no golpear al auto de adelante cuando... ¡zas! un bendito peatón se lanza frente a mí.
Freno rápido, lanzo una maldición y.... ¡qué lástima que no tenga el AK 47 mágico, para "eliminar" a ese imprudente!
Todavía no me repongo del susto de casi atropellar al sujeto, cuando una mole roja se me echa encima, rugiendo como un dragón.
¡Unos gritos me asustan! Es el "pavo" que grita que me quite porque el Diablo Rojo se va a estacionar ... delante del lugar por donde manejo.
¡Tremenda metralla que le daría a ese abusivo vehículo! Ellos son más peligrosos que un batallón del ejército de Hussein.
Suspiro porque me doy cuenta que estoy llegando a mi trabajo. Pero la alegría me dura poco.
Un pito agudo perfora mis oídos. ¡Me había olvidado de las mortíferas motocicletas de mensajeros y repartidores de comida rápida. También a ellos les daría "plomo" para eliminarlos del mapa y poder manejar tranquilo en la ciudad. Pero Dios sabe cómo hace las cosas. ¡No tengo ningún AK 47 mágico cerca de mis manos!