La obligación de pintar en forma uniforme los taxis, la prohibición de utilizar radios en los buses y el acto de precalificación del proyecto de modernización del transporte publico en la capital, da la sensación de que al fin un gobierno ha asumido con seriedad, para encontrar una solución adecuada al problema.
El alto costo del comestible, ha aumentado la demanda de los servicios de taxis y de transporte colectivo, ya que una persona de escasos recursos o que coyunturalmente están sin dinero -porque faltan pocos días para que finalice la quincena-, se ven obligadas a utilizar los buses. Un sofocante suplicio sobre todo, cuando deben ir a sus trabajos en las mañanas y regresar a sus hogares en el atardecer.
De aquí que la modernización de transporte colectivo contemple para fines de 2007, buses articulados que transportarían a un numero significativo de usuarios a través del uso exclusivo de un carril.
La tarea es compleja, porque no sólo tiene que ver con solucionar las estrechas calles que caracterizan a la ciudad capital, sino que implica la debida capacitación de los conductores y pasajeros. Además, tenemos la necesidad de adecuación de las nefastas terminales o piqueras de buses, que no corresponden a un país que busca ubicarse entre los primeros destinos turísticos del área.
Experiencias vividas en otros países que están implementando este sistema de buses articulados, revelan entre otras cosas, la necesidad de contar con importantes sumas de dinero para financiar el período de transición, donde deberá competir con los buses tradicionales que aun circulan, que aunque mas pequeños, resultan más rápidos.
No puede haber soluciones sencillas para problemas tan complejos, pero no hay duda que hay que eliminar el actual sistema que fomenta los apretones y las penurias para nuestras mujeres. Sin contar con ese ataque de ritmos que lesionan tanto la capacidad auditiva del panameño.