Benedicto XVI hizo una firme defensa de la familia tradicional en su viaje a España, pero evitó cualquier crítica explícita al Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero por iniciativas como la ley que autoriza los matrimonios entre homosexuales.
El Papa permaneció 26 horas en la ciudad española de Valencia, la tercera del país con casi un millón de habitantes, para clausurar el V Encuentro Mundial de las Familias, por lo que se sabía de antemano que expondría los postulados de la Iglesia católica, que sólo bendice el matrimonio entre un hombre y una mujer. El Pontífice habló del carácter "insustituible" de la familia clásica, y lo repitió en sus otros cinco discursos, incluida la homilía de la misa con que se cerró el encuentro.