Corea del Sur abrió el Mundial con una cómoda victoria ante Grecia en un partido en el que fue superior individual y colectivamente a un rival que no ofreció ni fútbol ni ideas y que nunca tuvo verdaderas opciones de neutralizar la ventaja de su oponente.
El fútbol alegre de los coreanos y la obtención de un gol al principio de cada tiempo fue suficiente para que la selección asiática consiguiera ganar al ritmo que más le convino.