Panamá aparece nuevamente en una lista negra. Ahora es la de trata de blancas. Un informe del Departamento de Estado Norteamericano, advierte que el país no demostró evidencias de esfuerzos para frenar ese tráfico humano.
Un hecho trascendental es que el año pasado, aumentó la expedición de visas para alternadoras procedentes de naciones de Sur América y del Caribe. Esa situación genera problemas de prostitución.
Para nadie es un secreto, que algunos establecimientos traen trabajadores sexuales solapadas bajo otras figuras de artista, turistas, bailarinas, saloneras y hasta domésticas.
Ese tráfico de seres humanos, genera problemas sociales y de salud. Para colmo esas mujeres son sometidas a la explotación y hasta se les retiene el pasaporte, como forma de presión para evitar el retorno anticipado hacia su país de origen.
Aunque hay disposiciones del Código Penal que sancionan la trata de blancas, el delito se disfraza y los funcionarios se hacen los desentendidos. Nada más hay que darse una vuelta por los hoteles de lujo y casinos para observar a extranjeras que ofrecen sus servicios ante la vista de todos.
Asimismo se advierte que el istmo panameño es utilizado para el tráfico de niños. En el negocio están envueltos elementos con mentes enfermas, que se prestan para todo, a cambio de ganarse unos miles de dólares.
Las autoridades de Migración, así como los ministerios de Trabajo y Desarrollo Social, deben hacer urgente para frenar la explotación sexual de mujeres y menores de edad, de lo contrario son cómplices por omisión.