Son muchos los abogados viejos que están anunciando retirarse de los estrados de la llamada "Justicia Panameña". Ello obedece al exceso de competencia al existir hoy 14, 000 abogados. También al sin sentido de procesos interminables, a las roscas elitistas de jueces, fiscales y entidades surgidas casi todas de la politiquería así como al ambiente subrealista de las leyes.
Claro ejemplo de ello lo es la nueva Ley 27 del 21 de mayo 2008. Esta ley surge como otro parche en tanto la Ley 14 de 2007 derogue al Código Penal, formando todo un chicheme de pasado, presente y futuro que ni los mismos jueces y abogados entienden exorcizar. Esta Ley 27 es otro tremendo macarrón, en su artículo 1 dice modificar la competencia de los jueces de circuito penales dándole facultades de conocer el cuatrerismo, las deslealtades comerciales y los delitos de propiedad industrial, derecho de autor y conexos, al Juez de Circuito.
Eso a la hora actual es una tremenda absurdidad, porque en el mundo globalizado, es imposible creer en la efectividad de que un juzgado totalmente parroquial pueda de veras conocer de temas tan universales. Cuando por ejemplo Andrés Oppenheimer en su estudio "Cuentos Chiflos" analiza la marca comunitaria surgida en la Unión Europea y el profesor Oded Shenkar (del Fisher College de Ohio) en su libro "El siglo de China" explica la retroingeniería y "la no judicalización de la piratería en oriente en su capítulo" El Rolex de dos dólares", concluye Oded Shenkar que la Convención de Berna, y el acuerdo TRIP de propiedad intelectual en el comercio, hoy en día son "protección que no protege".
Es decir, la piratería y la falsificación ya están en globalización hace rato y ni siquiera los informes del Congreso de Estados Unidos han tenido ningún efecto, por ello mal puede el legislador panameño por un simple acto de megalomanía creer de veras que un juez o jueza pueda navegar y controlar los siete mares de los piratas del comercio mundial.
Relata la leyenda que: "La Reina Isabel le dijo a Cristóbal Colón - Almirante solo os ruego que en este viaje no llevéis abogados ". �Por qué majestad? - le preguntó el Almirante y la reina le responde: "porque los abogados todo nos lo encartonáis.".
