Una fuerte ráfaga de viento, la cual golpeó la cola del helicóptero SAN 100, fue la causa de que esta aeronave no pudiera aterrizar en el helipuerto del Hotel Miramar y en su intento por llegar hacia el aeropuerto de Albrook, con un solo motor, chocó con un edificio en Calidonia y con ello provocó la muerte de once personas, entre ellas seis chilenas y cinco panameñas.
Eso es lo que se desprende de la declaración rendida por el único sobreviviente de la tragedia, el capitán Ernaldo Carrasco, quien resaltó que cuando estaban por aterrizar en el Miramar, se prendió la luz de alarma avisando que uno de los motores estaba averiado, pero el intento de aterrizar tuvo que ser descartado cuando un fuerte viento los hizo reintentar otra maniobra de aterrizaje.
La fiscal Maruquel Castroverde, quien lleva a cabo las investigaciones de este caso, destacó que Carrasco le reiteró que lo que tiene en mente es que "cerró los ojos, hubo una pausa y de pronto tomó conciencia de lo que había sucedido y de inmediato una persona se le acercó, le ofreció ayuda para reincorporarse".
Según la fiscal, el sobreviviente de la tragedia le manifestó que en ese momento tenía la cara llena de vidrios.
Carrasco confirmó que luego del frustrado intento de aterrizaje en el Miramar, optaron por trasladarse a Albrook, con las opciones del terreno del Estadio Juan Demóstenes Arosemena o por cualquier eventualidad el antiguo campo de antenas, donde se ubicaban las instalaciones de RPC, pero a ninguno de ellos llegó.
De igual manera, en la declaración, Carrasco asegura que "el piloto reportó el daño a la torre de control, pero las maniobras de emergencia que se adoptaron en el momento para dirigirse al punto próximo más seguro, no se lograron, ya que solamente iban con un solo motor funcionando".
Dentro de la declaración rendida por el oficial Carrasco a la Fiscalía, aseguró que se había cumplido toda la condición de funcionamiento del helicóptero antes de partir de la provincia de Colón.
Castroverde subrayó que en toda la conducta de la investigación se ha mostrado transparencia y que antes de tomarle declaración al sobreviviente de la tragedia, se le pidió autorización a la psiquiatra, Dora de Acosta, quien está tratando a Carrasco.
Sobre la condición en la que se encuentra el único testigo de la tragedia del jueves, Castroverde dijo que este "podía mover perfectamente sus piernas y cuerpo. El intercambio de información fue lúcido y coherente, con buen ánimo y espíritu. "Es un joven que promete apoderarse de esta oportunidad que Dios le ha dado hacia un futuro brillante".