Eran menos de la diez de la noche del martes y los efectivos policiales de San Miguelito estaban tras la pista de un asesino, quien minutos antes había arrancado la vida a otro ciudadano, engrosando los índices de violencia.
"¡De aquí nadie se mueve sino encuentran a los asesinos. Olvídense de sus casas. Aquí tendrán que amanecer conmigo!". Detrás de esa voz estaba el capitán Díaz, del Grupo de Apoyo al Servicio, dando órdenes y valor a sus hombres.
La Policía se había desplazado por la vereda "Guandú" en Calle 42 de Santa Marta, donde viven los asesinos de Edgardo Humberto Julio, de 29 años, apodado "Moyo". "¡Cuidado!", fue el grito inesperado de uno de los integrantes del GAS, avisando al encargado de la misión que había un bulto envuelto en plástico.
Las unidades de la Policía observaron el paquete y notaron que adentro había una granada, e informaron a los explosivistas de la DIIP del área.
Se trataba de una granada de fragmentación, tipo béisbol modelo MK2. Este suceso produjo un allanamiento en el sector donde también se encontró droga.