Para hoy se espera el desenlace del juicio por el homicidio de monseñor Jorge Altafulla Muñoz . Tras casi quince días de audiencia, el jurado de conciencia deberá dictar su veredicto condenatorio o de absolución del exseminarista Marcos Manjarrez.
No hay que negar que en el juicio se han realizado fuertes ataques a la Iglesia Católica, por parte de la defensa y los testigos aducidos por ésta.
Los diversos grupos católicos han expresado preocupación por esos cuestionamientos que está recibiendo la Iglesia, en la fase final el proceso penal. Ellos destacan -con justa razón- que no es a la Iglesia a la que se juzga en estos momentos, sino el homicidio perpetrado por una persona.
En parte, los grupos católicos tienen razón en su punto de vista, pero la Iglesia es una institución que debe abrirse más. Es lastimoso que se produzcan situaciones irregulares y no se adopten los correctivos o se traten de tapar.
La Iglesia por siglos se ha ganado un prestigio y para conservarlo debe adoptar una mayor apertura.
Es verdad que en toda organización y hasta en las familias hay manzanas podridas, pero lo importante es tomar los correctivos y no tratar de minimizar los hechos, porque después el problema nos explota.
Dudamos que los católicos abandonen las filas de la Iglesia, debido a que divulguen los abusos de algún sacerdote, clérigo o seminarista. Si hay situaciones irregulares en alguna congregación religiosa, éstas se deben investigar e informar sobre los resultados. De esa forma, una de las instituciones más respetadas de toda la historia del mundo, podrá mantener el prestigio que ha logrado acumular a lo largo de muchos siglos.