La iluminación del hogar supone un 15% de la factura eléctrica mensual. Las bombillas de bajo consumo pueden ahorrar una parte sustancial. Hace años los tubos fluorescentes sustituyeron a las lámparas incandescentes en cocinas, oficinas, colegios, hospitales, etc.
No se instalan en los demás lugares por un inconveniente: en el momento de encenderse consumen mucha energía, por lo que sólo son rentables en las estancias donde deban permanecer encendidas de continuo durante mucho tiempo.
Actualmente existen en el mercado lámparas de bajo consumo con casquillo, que pueden sustituir las tradicionales bombillas. Sin embargo, no siempre son rentables. Si pretendemos conseguir una iluminación más económica, hay que tener en cuenta varios conceptos:
Las bombillas de bajo consumo son más caras.
Su eficiencia lumínica es muy superior: con sólo 11 watios iluminan lo mismo que una de incandescencia de 60 watios.
Su vida media útil es muy superior: unas 12.000 horas, frente a poco más de 1.000 de una convencional.
Ahorrar no consiste sólo en colocar bombillas que consuman menos. También en ajustar la cantidad de luz a nuestras necesidades.