Nicolás Girón, de 79 años, reside en el corregimiento de Puerto Caimito, en La Chorrera.
Una terrible enfermedad lo sorprendió en el año 1986: fue decretado con cáncer de próstata.
Su camino espinoso continuó con una serie de exámenes para realizarse una operación en el antiguo Hospital Oncológico, pero en última instancia fue detenida y le recetaron un tratamiento de radiación.
El 7 de enero del 2001 iniciaron las radiaciones, las cuales se las hacía todos los días. Ese tratamiento empezó con un grupo de 25 personas.
Girón explicó que al cumplir 17 días "no podía hacer servicio", sino que sangraba y tenía mucho dolor.
Fue a una proctóloga del Hospital Nicolás A. Solano, en La Chorrera, quien le recetó una pasta que le alivió los dolores. La proctóloga le recomendó seguir con las radiaciones, pero él estaba negado a continuar con el tratamiento. Siguió buscando la opinión de otros médicos que le informaron que lo que tenía era una inflamación.
Al pasar el tiempo, a través de los noticieros descubrió que habían radiaciones que no se estaban haciendo bien. El error consistía en la colocación del el triple de las radiaciones.
"Gracias a Dios lograron darse cuenta a tiempo y en la actualidad el tratamiento es realizado como debió de aplicar a nosotros (en ese tiempo)", dijo.
Llegó a quedar hospitalizado en el Oncológico por quince días, en donde tuvieron que ponerle un pinta de sangre. El resto del grupo que continuo con el tratamiento por 25 días.
SE SALVO DE MILAGRO
Hace un año le pusieron "una bolsa" para hacer sus necesidades fisiológicas.
En la actualidad, del grupo inicial, sólo hay 3 con vida, incluyéndolo a él. Los demás murieron con los intestinos quemados. El hospital antes mencionado le ha dado una serie de privilegios a él y a las otras sobrevivientes. Corren con los gastos médicos como medicinas, pasajes para las citas y demás.
Comentó que en el hospital el trató que le dan es muy especial. Le han dado la oportunidad de tener una enfermera particular, pero decide que lo atienda su esposa quien es bonificada mensualmente por su labor. Su vida ha quedado marcada al no poder caminar largas distancias y se cansa al estar sentado por mucho rato.. ¡Pero está vivo!