El mando es un factor determinante en el deterioro de la belleza de muchas mujeres panameñas. ¿Por qué creen ustedes que las autóctonas más bonitas, pertenecen a la etnia guaimí?. Yo mismo les contesto: Sucede que la creencia mamachí, que gobierna en Bocas del Toro, Chiriquí y parte de Veraguas, no permite que las hembras manden... Precisamente porque se ponen feas, se les arruga la cara antes de tiempo, las naricitas se les juntan con el labio superior de tanto dar órdenes con la boquita "enchumbada" y cuando se descuidan, uno de los ojos se le dispara contra el gobierno. Aquí en Panamá, se están marchitando verdaderas beldades en poco tiempo.
El desastre más evidente lo tenemos en la que hace dos años, con sólo una mirada indiferente, nos dejaba a los hombres de todo el Istmo con los corazones renqueando y sonando como relojes baratos. Al parecer el arduo trabajo de procurar la justicia en un país tropical como el nuestro, le ha transformado su lindo rostro en una horrible cara de teléfono ocupado. La otra tragedia ocurrió en un prestigioso banco, en donde de la noche a la mañana miles de varones que jamás habíamos guardado un real, nos convertimos en ahorristas diarios, sólo para apreciar embobados la bonitura que atendía en la barra. Pero este recreo cadencioso no duró mucho, le aumentaron el sueldo a la muchacha, la ascendieron en rango y ahora sólo pueden verla ciertos oficiales del banco. Resultado: Se puso fea, varios le han visto los domingos paseando unos perritos en Amador, la nariz se le ha hinchado, luce pálida, se nutre de antojos y de pepinos con sal.
La AEPA por sus siglas en inglés (Asociación de estadígrafos panameños), dice que, por cada mujer hermosa hay siete feas, balance dudoso porque muchas damas que fueron dignas de poemas y flores están cruzando al otro lado de la calle donde subsiste el proletariado de las adorables mujeres feas, para quienes todo es más duro.
