Por fin el gobierno presentó su proyecto de reformas a la seguridad social. Como era previsible, las opciones eran aumentar la edad de jubilación y las cuotas de obreros y empresarios.
Las reformas progresivas o graduales establecen en 65 años la edad de jubilación para los hombres y 62 años las mujeres. Las cuotas tendrán un incremento de 4. 25 por ciento.
Además se eleve de 180 cuotas a 300, las aportaciones necesarias para lograr una pensión.
Los sectores sindicales han reaccionado como se esperaba: un rechazo a las iniciativas del Ejecutivo. Los grupos más radicalizados amenazan con una huelga nacional.
Sin embargo, la realidad de la Caja de Seguro Social requería los ajustes. Así lo han reconocido empresarios, políticos y hasta la Organización Internacional del Trabajo. Minimizar la crisis de la entidad como algunos plantean, no es lo más responsable.
El pretender llevar el tema a un referendo tampoco es opción, porque nadie está tan loco para votar a favor de que se le aumenten las cuotas y la edad de jubilación.
Frente a la realidad, lo que se impone es un debate serio. El gobierno no debe pretender que un proyecto de 180 artículos que le costó siete meses presentarlo, sea aprobado en una semana y con el limitante de 30 minutos para los expositores.
El tema es sensitivo y requiere seriedad tanto del gobierno, como de la dirigencia sindical. También las reformas no garantizan como pregona el gobierno, la estabilidad de la CSS por 40 años.
Ya el proyecto está en la Asamblea Nacional de Diputados, ahora lo que corresponde un debate con la mayor amplitud, dándole oportunidades a todos los sectores.