Otro zarpazo al bolsillo de los panameños se espera para julio. La excusa para el incremento es el aumento de los derivados del petróleo, que son utilizados para la generación de energía térmica.
A pesar que Panamá cuenta con varias hidroeléctricas, todavía el 40 por ciento de la electricidad que utilizan los panameños es producida por instalaciones que utilizan combustible.
Ya en enero del 2003 se dieron incrementos de entre tres y cinco por ciento en las tarifas que pagan mensualmente los clientes residenciales y los empresarios. Ahora se plantea un aumento de entre 5 y 10%.
Aunque poco podemos hacer frente a las variantes del precio del petróleo, es necesario que se revisen los contratos que amarran al país a garantizarle a algunas compañías la compra de la energía generadas por plantas térmicas.
Claro que hay garantizar la seguridad jurídica, pero no podemos por eso llevar a la ruina a los hogares panameños.
Aunque en Panamá no hay mayores aumentos en los precios de la canasta básica alimenticia, los consumidores sienten que en los precios de los servicios básicos de energía, telefonía y aseo han registrado incrementos en los últimos años.
Ya los escuálidos salarios que ganan la mayoría de los panameños no alcanzan para más.
Entre el aumento constante en el precio del combustible y de los servicios públicos, se va gran parte del presupuesto familiar.
Ya una quincena de salario apenas alcanza para comprar lo necesario y cubrir los compromisos que agobian y amargan a los panameños.
El gobierno debe hacer algo para frenar la ola de aumentos que sufren los ciudadanos y no cruzarse de brazos.