Quizás haya sido por exceso de velocidad, o porque el pavimento estaba mojado y resbaloso, o por causa de un momento de descuido o impericia, pero lo cierto es que Gus y Anna Karvela, de Atenas, Grecia, chocaron contra un árbol. Ambos murieron Después que llevaron a la morgue los cadáveres, ocurrió algo extraño: el vientre de la mujer comenzó a moverse. Por medio del estetoscopio, los médicos comprobaron lo que consideraron un milagro. Una criatura de ocho meses estaba viva en el vientre de Anna, que llevaba ya siete horas muerta.
El bebé, sano y robusto, de ocho meses de gestación, emergió a la vida desde el sepulcro del vientre de su madre muerta.
La vida tiene una fuerza increíble. Entre los seres humanos ocurren hechos extraordinarios de supervivencia, casos como los de personas que quedan atrapadas en los escombros de un terremoto y viven hasta quince días antes de ser rescatadas, o de individuos que naufragan y permanecen vivos, flotando en una balsa hasta cuarenta días o más, bebiendo sólo agua de lluvia. También ocurren incidentes de personas que se extravían en la selva y se sustentan comiendo raíces y hojas verdes hasta tres meses.
Tales casos se han comprobado y están archivados en los departamentos de redacción de los periódicos y en múltiples sitios de la red mundial. Es asombroso el instinto de conservación del ser humano. Gracias a ese instinto somos capaces de vencer a la muerte y de salir triunfantes, no obstante las fuerzas que se opongan.
Lo mismo ocurre en el sentido espiritual. Hay quienes se han recuperado de las más tremendas desgracias o han vencido los peores vicios con la ayuda de una fuerza superior a la de ellos. Han salido vivos de aparentes fosas y sepulturas, y se han restablecido por completo.
Los que se encuentran ahora mismo en una situación parecida pueden, por lo tanto, cobrar ánimo. No importa que hayan agotado en vano todos los recursos a su alcance y que su espera los haya llevado al borde de la muerte, pues de esa situación extrema puede resultar vida nueva. Jesucristo resucita a los muertos. Nunca hay total pérdida de esperanza a menos que nos demos por vencidos.