Nadie debe quitarle la vida a otra persona y menos participar en un linchamiento.
Aunque todavía no están claras las circunstancias que motivaron esa acción salvaje, la misma no tiene justificación.
La población no puede tomarse la justicia con sus manos, porque para eso existen las autoridades correspondiente. Si alguien está actuando de manera indebida, lo más correcto es llamar a la estación de Policía más cercana.
Hoy a causa de esa acción de violencia, tres niños han perdido a su padre y tres sujetos guardan prisión.
¡Ese es el resultado de acciones, donde la multitud pierde la razón!
Panamá no puede caer en situaciones similares a las registradas en otros países de Centroamérica, donde el linchamiento es cosa de todos los días; eso sería retroceder a la época de las cavernas.
Ya no es el primer caso de este tipo que se registra en Panamá, por lo que preocupa, que en nuestro país se esté entronizando ese tipo de actuaciones que desdicen de una nación civilizada.
Frente a lo sucedido, las autoridades del Ministerio Público y de la Policía Técnica Judicial, deben desarrollar una profunda investigación y esclarecer todos los hechos que rodearon dicha muerte.