Para un grupo de investigadores británicos que desde hace más de dos décadas estudia esta marcada diferencia entre los géneros, la respuesta a estas inquietudes está en el hecho que los hombres no reciben de forma regular el mismo tipo de medicina preventiva que las mujeres. Y, en parte, no la reciben porque no la piden. "Se enseña a los niños a dejar de llorar y a portarse como hombres cuando se desgarran la rodilla en una caída. Pero cuando ese niño se convierte en un hombre de 50 años que siente un fuerte dolor en el pecho, se dice a sí mismo que sólo debe ser indigestión, porque le han enseñado a quitar importancia al dolor, indica el estudio.
El problema no parece estar en los genes masculinos. Cuando las estadísticas empezaron a generarse, en 1920, la esperanza de vida de las mujeres a la de los hombres diferenciaba en un año. Desde entonces, la esperanza de vida femenina ha aumentado a mayor velocidad que la de los hombres.
"La pregunta no es ¿por qué las mujeres viven más que los hombres?, sino ¿por qué razón la expectativa de vida masculina no ha podido seguir subiendo a diferencia de la femenina?
TRATARSE A TIEMPO, HACE LA DIFERENCIA
Muchos hombres no se prestan atención a sí mismos cuando no se sienten bien. En muchas enfermedades, un tratamiento a tiempo es esencial, pero los hombres pierden esta oportunidad.
Y por supuesto, el famoso rechazo masculino a expresar sus emociones juega un papel importante. "A menudo, tanto en el aspecto físico como en el psíquico, los hombres tienen problemas para controlar sus emociones", afirma un profesor de la Universidad Chapel Hill en Carolina del Norte. "A los hombres les cuesta estar en contacto con sus emociones y confiar en otros. Este problema tiene que ver con admitir la necesidad de ayuda y buscar ayuda -eso no se considera cosa de hombres".
Igualmente el galeno manifiesta que los hombres tienden a desempeñar trabajos de mayor riesgo y tensión que las mujeres. Cuando es así, negar el dolor se convierte en algo necesario para ganarse la vida - y esto se mantiene a lo largo de su vida. Esto ayuda a entender por qué los hombres de color tienden a gozar de peor salud y una esperanza de vida menor que los hombres blancos.