Las selecciones de Estados Unidos y México protagonizarán hoy en Dallas otra versión del clásico norteamericano de fútbol, partido que se propone como amistoso, pero que en el terreno pasa a ser una guerra sin cuartel.
Las estadísticas podrían tomarse de referencia, pero lo cierto es que los mexicanos llevan por dentro la espina del pasado Mundial del 2002, cuando en octavos de final cayeron ante la tropa del preparador Bruce Arena por goles de los artilleros Brian McBride y Landon Donovan.
En su último encuentro en territorio estadounidense, el pasado año, norteamericanos y mexicanos empataron sin goles frente a un lleno de 69.582 personas.