- �Es usted un demonio?
- Soy un hombre. Y por lo tanto tengo dentro de mí a todos los demonios.
Esa célebre frase del escritor inglés Gilbert Keith Chesterton, va como anillo al dedo al nivel de degradación en el que parece haber caído muchos delincuentes en Panamá.
Años atrás, muy pocas personas hubieran imaginado que un individuo mataría a otro por el puro placer de asesinar, y sin ningún tipo de justificación.
Eso fue lo que ocurrió aproximadamente a las 7:20 de la noche del lunes, en la sucursal de "La Casa del Helado", en la avenida Santa Elena, en el corregimiento de Parque Lefevre. Los sueños e ilusiones de un joven de 24 años fueron borrados de forma radical por alguien a quien nada le importó que ese trabajador no le había puesto ninguna resistencia al robo que perpetraron en el local.
LOS HECHOS
Francisco Antonio Umanzor tenía poco más de dos meses de ser dependiente en el mencionado negocio. Elayne Owen reveló que su malogrado esposo había intentado conseguir trabajo en varios lugares, pero por no tener experiencia no lo contrataban.
Francisco, quien cursaba el tercer año de la Licenciatura en Administración de Empresas con énfasis en Mercadeo, en la Universidad de Panamá, tenía responsabilidades que afrontar: un hogar con una bebé de 10 meses, a la que debía mantener.
El fatídico lunes, "Pancho", como cariñosamente le decían, intentó por todos los medios de cambiar su día libre que era el jueves, por el lunes. Para ello había hablado con el supervisor, quien inicialmente le había dicho que sí, pero posteriormente cambió de idea por otros compromisos.
LA LLEGADA DE LOS ASESINOS
Como clientes, tres sujetos (dos de ellos presuntamente menores de edad), se acercaron al mostrador y pidieron tres conos, a la cajera. Una vez servidos, se sentaron en un muro adyacente al local, a comerse el helado.
So pretexto de buscar servilletas, uno de los maleantes regresó al mostrador y aprovechó la distracción de la dependiente para agarrarla y en ese instante salió "Pancho" en defensa de la compañera y les pidió que la soltaran y que se llevaran el dinero, si era lo que querían.
El hombre tomó los 217 dólares que había en la caja registradora y se retiró, pero casi instantáneamente otro de ellos regresó ripostando: "Yo si no ando con relajos. Yo lo que voy a hacer, lo voy a hacer", y de un disparo en la tetilla izquierda fulminó al trabajador y con los compinches se dio a la fuga.
Los compañeros y personas que pasaban por el sitio, en un esfuerzo infructuoso por salvarle la vida a "Pancho", lo montaron en un pick up y lo llevaron a un centro médico privado en Río Abajo, pero falleció en el camino.
UNA HISTORIA DE TRAGEDIAS
El asesinato de Francisco no es la única tragedia por la que ha tenido que pasar la familia Umanzor. Hace unos dos años, el padre del hoy occiso falleció víctima de los envenenamientos por dietileneglycol.
Leydiana de Umansor, madre de Francisco, exige justicia y criticó que el local de venta de helados donde ocurrió el crimen no tenga seguridad para hacer frente a los hechos delictivos, especialmente porque es n área que carece de buenas luminarias y es solitaria en horas nocturnas.
�PREMONICION?
Nadie puede decir que conoce la hora y forma de su muerte, pero hay quienes creen que muchas personas presienten la misma.
A Elayne, esposa de Francisco, le llamó la atención que sólo media hora antes de que le avisaran sobre el asesinato, "Pancho" la llamó para recodarle lo mucho que la quería a ella y a la niña. Fue su despedida.
Los compañeros del joven destacaron el hecho de que Francisco no quisiera trabajar ese lunes.
SOSPECHOSOS
Una fuente reveló que por ese caso se retuvo a un presunto involucrado que es menor de edad.
LA TRISTE DESPEDIDA
La espiral de violencia hoy tocó a Francisco. Mañana puede ser cualquiera.
El lunes fue Pancho, mañana cualquiera puede ser, pues ya se comprobó que en esta ruleta mortal nadie esta eximido.
UN MUCHACHO DECENTE Y TRABAJADOR
Francisco era ferviente seguidor del equipo español "Real Madrid", e incentivaba a sus compañeros con su frase: " Vamos muchachos, somos un equipo". Deseaba ser un profesional.