Cuando orar trasciendes lo terreno y te ubicas en el corazón de Dios y comienzas a dialogar con quien tiene todo el poder, la gloria, todo el amor y la misericordia. La oración "es la elevación de nuestro corazón a Dios, una dulce conversación entre la criatura y su Creador", nos dice el Santo cura de Ars. Es "el reconocimiento de nuestros límites y de nuestra dependencia: venimos de Dios, somos de Dios y retornamos a Dios. Por tanto, no podemos menos de abandonarnos a Él, nuestro Creador y Señor con plena y total confianza La oración es, ante todo, un acto de inteligencia, un sentimiento de humildad y reconocimiento, una actitud de confianza y de abandono en Aquel que nos ha dado la vida por amor. La oración es un diálogo misterioso, pero real, con Dios, un diálogo de confianza y de amor" nos dice Juan Pablo Segundo.
La vida de Jesús fue toda ella un diálogo con su Padre en la soledad y en el silencio, en la acción de predicar y curar enfermos, de profetizar y multiplicar los panes y aún de morir en la Cruz. Él tenía siempre presente a quien llamaba "Papá" y con Él hablaba, escuchaba y obedecía. Culmina su vida pidiendo perdón por sus asesinos: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" (Lc 23, 34) y encomendando su vida al Padre.
Los Apóstoles son un modelo de oración y en medio de un profundo diálogo con Dios reciben el Espíritu Santo en Pentecostés y en las comunidades cristianas la oración era la acción espiritual que las mantenía Viva, Crítica en Líneas. No se concebía una comunidad sin la oración espontánea, sin cantos espirituales, sin profecías, sin leer la Palabra y enseñarla desde la tradición de los apóstoles y cuando tenían un presbítero u obispo, la celebración Eucarística, elemento central de la fe primitiva.
Nuestro Dios está siempre presente en nuestras vidas y por Él somos, nos movemos y existimos (Hech 17, 28) y al orar tomamos conciencia de tan grande presencia y podemos crecer en la intimidad con quien todo lo puede y quiere lo mejor para nosotros. "El corazón de ustedes es pequeño, pero la oración lo agranda y lo hace capaz de amar a Dios. La oración es una degustación anticipada del cielo . Jamás nos deja sin alguna dulzura.