Tres niños se salvaron milagrosamente, pero dos de ellos sufrieron quemaduras de tercer grado en sus cuerpos, al estallarles un aparato explosivo que encontraron en las playas de Cuango y que manipulaban inocentemente.
El pequeño Julio Mejía, de 5 años, junto a su hermano Francisco, de 9, lanzaron al fuego un aparato que halló su hermanita y se originó la explosión.