La mano de Dios intervino para que tres niños se salvaran de morir quemados. La explosión de una artefacto desconocido dejó a dos de ellos con quemaduras de tercer grado.
El pequeño Julio Mejía, de 5 años, estaba ajeno a que aquel aparato que encontró su hermanita en una de las playas de Cuango (en la Costa Arriba de Colón), le haría daño, y en un juego inocente junto a su hermano Francisco, de 9 años, lo lanzó a una fogata.
Los niños se encuentran con delicadas quemaduras que les imposibilitan caminar y moverse. Sus familiares son humildes y no tienen los recursos para la atención médica.
Aparentemente el contacto del calor del fuego con ese artefacto hizo una explosión y ocurrió la inevitable.
El hecho sucedió en un apartado pueblito de Cuango, donde las familias que allí viven tienen mucha preocupación porque pueden existir otros de esos aparatos que pueden hacerle más daño a los inocentes niños.
Los vecinos del sector han solicitado que se les explique qué artefacto fue el que encontraron los niños para que esto no vuelva a ocurrir.