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Nuestro ambiente

Por: Fermín Agudo A. | Colaborador

El viento es libre y transita por las amplias avenidas de la atmósfera, pero un intrépido inquilino se mueve tentado por el calor, llevando atribulado muchas partículas que harán de este hábitat un lecho insoportable.

El hombre industrioso le extrae a la tierra esos componentes físicos y químicos que luego puestos al servicio de la civilización, hacen mover las ruedas aladas del progreso, puestas a la orden de la humanidad.

Dichos elementos, ya sean líquidos, sólidos o gaseosos en las grandes reservas naturales no provocan daño alguno, ya al procesarlos, debemos tener cuidado para no lesionar la estructura del medio, tampoco del ser humano.

Cuando son liberados, muchos saldrán espetados como el ácido o la pólvora, también los que provocan las partículas residuales que al volatilizarse, ya juntas en las alturas acumuladas, formarán el smock de terribles consecuencias en la vida animal, humana y vegetal. En su estado natural, muchos de ellos son inofensivos, pero la liberación molecular los torna en enemigos de cuidado, acometedores con saña y sin escrúpulos. Algunos no lesivos a la salud pueden ser tratados sin maña, cuyos derivados son llevados a los mercados sin ninguna reserva para su venta. Los que producen el monóxido de carbono, sumados y acantonados en la atmósfera en nutridas partículas oscuras formando una densa capa, serán responsables de algunas incomodidades y peligros en la zona superficial del planeta. El evento realizado en Kyoto evaluó a nivel mundial el peligro que encierra el procesamiento de estas sustancias, arrojándolas a la atmósfera, dictando sus parámetros, pero algunos países que son pocos (industrializados), no se acogieron a lo determinado en el famoso cónclave, vigilante de nuestra suerte ambiental.

Tenemos que prevenir que se ciernan sobre nosotros los tropeles de los caballos apocalípticos en completa destrucción desbocada. No sé si la República de Panamá envió su o sus delegados a Kyoto, de ser así, ellos deben ser los voceros y defensores de la naturaleza, en aplicación permanente de los conocimientos adquiridos en el magistral cónclave mundial.



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