Hay personas con mentalidad enana, otros simplemente ignorantes de lo que hacen, ven y de lo que les rodea. Quizás es por eso que se atreven a hacer cosas estúpidas como colocar la boquilla de una botella de cerveza o ron a sus hijos de sólo meses de nacido, sólo para ver qué hacen o cómo reaccionan ¡Qué estupidez más grande!
Este escrito va dirigido a esos padres irresponsables que no sólo dan a probar cerveza, sino que también en su momento le dan drogas, sexo y lo hacen probar la maldad que castiga al hombre.
Los recién nacidos no lo saben, pero están siendo moldeados bajo un sistema de corrupción que inició desde los tres meses cuando alguien se atrevió a darle un sorbo de licor y más tarde le dio a probar sexo cuando fue creciendo.
A los bebés hay que alimentarlos con leche materna hasta cuándo se pueda, también hay que alimentarlos con la palabra de Dios para que cuando sea un adulto ésta se manifieste y le sirva de fundamento para que tome la decisión más importante de su vida, que es aceptar que Cristo murió por él o no.
Un buen padre está pendiente de todo lo que entra a la boca de sus hijos, porque el día de mañana -cuando sea un hombre- notará la diferencia de lo que sale de su boca, sean éstas palabras ofensivas o respetuosas del amor al prójimo y de Dios.
Respetado papá prematuro, abuelo, tío, madre, tía, abuela y demás, por lo que más quieran, no cometan el error de agregar gotas de muerte a la boca de un bebé ni por gracia ni por relajo. ¿Se imaginan si alguien hubiera hecho esto con ustedes qué sería de su vida?
Dar licor a alguien es invitarlo a ser un borracho y los borrachos no entrarán al reino de los cielos, lo mismo que los homosexuales, fornicarios, asesinos, mentirosos. Esto no le dice quien escribe, sino Dios en su palabra.