Carlos Enrique Rodríguez es hoy un hombre trabajador, que dejó atrás el mundo delincuencial en el que pasó gran parte de su juventud.
Las cadenas del vicio llevaron a Carlos Enrique a pagar una condena de año y medio en el penal de Coiba.
El consumo de drogas, los saldos de acuchillados como resultado de las peleas, y hasta llegar al punto más bajo de convertirse en "piedrero", son parte del historial que protagonizó este hombre de unos 45 años de edad.
El sufrimiento de María Ramírez, su madre, cada lágrima que derramó y su corazón oprimido por la mala conducta del hijo perdido, generó, sin mayores motivos, un cambio positivo en Carlos.
Ahora desea que su testimonio sirva de ejemplo y que aleccione a quienes están adentrados en pandillas o actos delictivos.
Rodríguez, quien sólo llegó a sexto grado, no esconde su pasado, lo revela sin tapujos, pero actualmente su rostro refleja la tranquilidad de un ciudadano renovado, con una óptica de positivismo en cada cosa que realiza, sin dejar a un lado la guía espiritual de Dios y el amor por su progenitora.
En la cárcel de Coiba aprendió a preparar la cocada, un dulce a base de coco y miel, golosina que vende diariamente a 25 centésimos por porción.
El se encarga de preparar la cocada, desde las cinco de la mañana, y para eso necesita invertir unos diez balboas, con los que adquiere los ingredientes necesarios para elaborar el dulce.
Chistosamente dijo que es su propio jefe: elabora el producto y lo comercializa.
Desde las diez de la mañana recorre casi todo el distrito de San Miguelito ofreciendo la cocada a quien encuentra a su paso.
Añadió que si es buen día puede obtener ingresos hasta de B/.15.00, cuyas ganancias son compartidas con su madre.
Y aunque no es mucho lo que se pueda ganar en la actividad, dijo, sentirse conforme porque le permite vivir dignamente.
Carlos Enrique Rodríguez es un panameño convencido de su cambio, que a pesar de las tentaciones, que a diario se le presentan, prosigue con valor, con el firme propósito de trabajar y seguir adelante con la ayuda de Dios.
EL SUFRIMIENTO DE UNA MADRE
El sufrimiento de María Ramírez, su madre, generó, sin mayores motivos, un cambio positivo en Carlos.