No hay que ser adivinos para saber que la situación en Haití podría desencadenar una severa crisis social jamás vivida por ese país desde hace muchos años.
La rebelión que se vive en las calles de esa nación caribeña es notoria. Civiles armados demuestran su descontento con su administración de gobierno. Muchos piden a gritos la salida del presidente Jean Bertrand Aristide, un presidente que según analistas norteamericanos, ha tenido gran responsabilidad en el desequilibrio socioenómico de la nación.
El presente de Haití es desolador. No se ve el horizonte ni mucho menos una luz que todos sus habitantes anhelan. La salida de Aristide del poder, para muchos, no representa la solución al problema, pero sí un elemento que podría traer una paz insípida que tal vez pudiera desencadenar en un ambiente de hostilidad que provoque, como de hecho ya lo está haciendo, que los haitianos salgan huyendo en busca de un mejor futuro.
A pesar de la crisis vivida, los haitianos también intentaron celebrar el carnaval donde participaron miles de personas como tratando de olvidar la grave crisis política. Para la mayoría el futuro de su país no es claro, así opinan muchos como Jean Leon, estudiante de Sociología en la Universidad Estatal de Puerto Príncipe, quien dijo tener muchas dudas sobre lo que puede ocurrir en el país en los próximos días.
Lo delicado de la crisis se presenta para la comunidad internacional de igual forma cuando los especialistas intentan desactivar un artefacto explosivo de manera correcta, pues si se equivocan al hacerlo mueren y, si no logran hacerlo a tiempo, los resultados son mortales.
Hay que prestarle mucha atención, es cierto que existe una crisis social, pero estamos a tiempo para desactivar la peor de las bombas que está sobre esa nación.