Spielberg lo hizo de nuevo. El genio del cine, Steven Spielberg es capaz de crear las más hermosas fantasías y al mismo tiempo los dramas más viscerales y complejos, siempre reflejado aquellos pasajes de la historia que han dejado huellas en nuestra memoria colectiva. En esta ocasión, se va hacia Alemania en los juegos olímpicos de 1972, durante el secuestro y muerte de miembros de la delegación israelí. La historia toma color con la descripción de las acciones de una unidad de ex Mosad que fueron reclutados para cazar a los responsables de los hechos de Munich y en el filme narran lo acontecido en esos años de cacería. Si bien Spielberg resulta muy hábil e incisivo a la hora de llevarnos este tipo de historias, a veces su rigor hollywoodero hace que un excelente producto se convierta en un filme que desde la perspectiva analítica es muy válido, pero evidente y algo molesto al sensibilizar al espectador. DE BUENA FACTURA, PERO NO ES MONUMENTAL