Hoy es el único día que usted puede vivir, mañana no ha llegado y no sabemos qué pueda ocurrir. El ayer, con todos sus errores y todos sus placeres, se ha ido para siempre. El hoy está aquí con su promesa de lo que usted quiere hacer, hoy puede sentir que se encuentra en una terrible situación pero por medio de sus esfuerzos hará del presente algo mejor si deja de vivir en el pasado y en el futuro. Ya sea que el presente parezca bueno o malo, es lo único que verdaderamente usted posee. El siempre actual ahora es infinitamente precioso. Si tiene un hijo grande ya, que dejó el hogar, usted mira una fotografía de él cuando era chico y enseguida todos los recuerdos de esa época vuelven a su mente. Quizás por un momento desearía que él fuera niño otra vez para tenerlo nuevamente en casa, esos años tiernos ya han pasado rápidamente, los han disfrutado mucho y usted quisiera que durasen más. En este momento de remembranzas se da cuenta de cuan veloz pasa cada día, y entonces realizamos que el pasado sólo puede ser recordado con placer si el presente es vivido a plenitud. Bien conoce lo inútil de la ansiedad por el futuro y de la lamentación por el pasado inmutable.
El siempre actual ahora contiene las semillas de la eternidad; en un breve instante usted se puede dar cuenta de sí mismo y de su mundo.
Si se encuentra tranquilo con sí mismo, el momento presente le ofrece una oportunidad para un toquecito celestial. Si no se siente contento con sí mismo, el presente momento puede traerle una pequeña porción de tortura que sólo puede describirse como un infierno. Aunque usted sabe cuán precioso es el presente, a veces entrelaza las fibras de la tragedia con su persistente hábito de gastar más tiempo viviendo en el pasado y en el futuro que en el siempre actual ahora.