La Universidad de Panamá enfrenta una grave situación económica. El año pasado lo culminó con un déficit de 19 millones de balboas. No se está al día en el pago de las cuotas a la Caja del Seguro Social y todos recordamos la suspensión en varias ocasiones del servicio de energía por la morosidad con las empresas de distribución eléctrica.
Muchas de las situaciones que enfrenta el centro de enseñanza superior obedece al desgreño administrativo permitido por años. Un ejemplo de ello, es el gasto de casi medio millón de balboas anuales por el uso gratuito de locales que ofrecen servicio de internet y fotocopiado.
Las autoridades universitarias buscan opciones, con el propósito de paliar la crisis. Ya se plantea el aumento de la matrícula a los profesionales que opten por una segunda carrera, a los estudiantes con bajo rendimiento académico y a los extranjeros que ingresen al centro de enseñanza superior.
Las estadísticas revelan que de cada 10 estudiantes que se matriculan en una universidad estatal, lo hacen en la Universidad de Panamá. Además más del 50 por ciento de los estudiantes provienen de hogares con un ingreso promedio mensual de aproximadamente 250 balboas.
La crisis de la Universidad en proporciones guardadas es comparable a la del Seguro Social y en ambos casos se requieren reformas para evitar que esas instituciones colapsen.
Es inconcebible que una institución donde converge el talento del país se encuentre en la situación que hoy enfrenta. ¿Dónde estaban nuestros profesionales que no advertían lo que se nos venía encima?.