Lo verdaderamente trágico de la crisis económica mundial es la pérdida masiva de empleos. Aunque ya muchas empresas en Estados Unidos, Europa, Asia y América del Sur han venido despidiendo a trabajadores desde finales del 2008, este pasado lunes arrancó una jornada particularmente negra para el empleo mundial.
Solo ese día, varias transnacionales cesaron a 81 mil trabajadores alrededor del mundo. Jugando con las matemáticas, nos damos cuenta de que ese lunes se despidió a 56 trabajadores por minuto. Y la tendencia continúa.
Se espera que para el final del 2009, 20 millones de personas hayan perdido sus empleos en todo el orbe, una proyección de horror.
Cada uno de esos hombres y mujeres que ahora pasan a engrosar la lista de desempleados de sus respectivos países son una historia que puede tener un final feliz o no. Pero independientemente de cómo terminen, ellos y sus familias están pasando hoy por la incertidumbre y el pesar que implica la desocupación.
Ya lo han dicho los expertos: aún no hemos visto lo peor de la crisis económica mundial. Y todavía esta no ha golpeado de lleno a Panamá.
De particular preocupación resulta como se afectará en 2009 el mercado inmobiliario, el turismo, los puertos, los trabajos de ampliación del Canal de Panamá, y sobre todo, el empleo en todos estos sectores.
La situación se perfila tan difícil que el nuevo gobierno de EEUU ha bajado su retórica belicista para concentrarse en su economía. Colombia y Venezuela, con presidentes ideológicamente opuestos, se han visto obligados a comprometerse mutuamente en el plano económico. Nosotros deberíamos hacer lo mismo con nuestros vecinos, porque se avecinan días difíciles, y no podremos salir solos de esto.