En un humilde hogar de la provincia de Darién, nació un 4 de febrero de 1913, Andrés Cristóbal Toro Sánchez.
Desde muy corta edad quedó huérfano, y un tío se lo llevó a él y a su hermano para Medellín, Colombia.
En un suceso extraño, pierde totalmente el sentido de la vista. Esta circunstancia lo obligó a ingresar a la escuela de ciegos de esa ciudad. Luego de graduarse, retorna a su patria instalándose en la capital.
Para ganarse la vida, administró un kiosco donde vendía toda clase de burundangas, alimentos y artículos. Con este trabajo se ganó la admiración de sus clientes, tanto así, que el Club de Leones decide apoyarlo y le construye una nueva instalación.
De esa relación nace su amistad con Pablo Paz, quien era padre de una niña de nombre Flor Isabel Paz, con discapacidad visual, que se constituyó en su primera alumna.
Mediante su vocación de maestro, imparte enseñanza a las personas ciegas en el Ejército de Salvación.
Después de muchos esfuerzos, desilusiones y desencantos, logra el respaldo de personas y, sobre todo, de los miembros del Club de Leones de Panamá e inagura el 20 de octubre de 1952 la Escuela Nacional de Ciegos Hellen Keller, siendo él su primer director.
Andrés no descansaba y como los apóstoles de Cristo visitaba los campos de nuestro país en busca de personas carentes del sentido de la vista para sembrarle una ilusión, crearle un sueño y convertirle el ideal de labrarse un futuro, ser autónomo e incorporarse a la vida y desarrollo de nuestra patria y devolverlos como panameños honrados y honorables.
Como recordamos, el día que llegó a nuestro hogar en el corregimiento de Juan Díaz fue para charlar con mi madre y señalarle que para los ciegos existía un mañana y que no éramos seres inútiles sino que había una oportunidad de educarnos y lograr ser un profesional.
El 21 de enero del presente año, en horas de la mañana, este ilustre panameño, entregó su alma al Divino Creador, en medio de una tranquilidad y serenidad, como sólo lo hacen los santos varones que han sabido cumplir su misión en la tierra.
Por coincidencia del destino, es en el mes de enero de 1809 que nace Luis Braille, el creador de nuestro sistema de comunicación, y, en ese mismo mes, en 1852, muere.
En vida, el Estado le entregó a Andrés las condecoraciones Vasco Núñez de Balboa y José Manuel Hurtado. Él, siempre se negó a los homenajes y a los reconocimientos. Sus últimos años los dedicó a revivir almas predicando la palabra de Dios.
En verdad, tú Andrés, "Viviste para servir y serviste para vivir", adiós Pastor de la niñez y de la juventud.