El lector convivirá con los transeúntes de las diversas calles, líneas de inseguridad, amargas autopistas improvisadas y metas de dramáticos accidentes.
He aquí el asunto. ¡Oh, qué es lo que veo! Audaces y estrepitosos vehículos con extrema velocidad, donde no impera por nada la Ley de Seguridad.
Alto amigo: ¡Oh! ¡Qué infernal descaro! No impera por nada ninguna protección. ¿Por qué tanta velocidad? ¡Caramba!, está ciego el destripador humano. ¡Ah!, no ha reparado su comportamiento. Pero, señor mío, qué procesión de vehículos y conductores desequilibrados. Y, ¡ay!, con la prisa que llevan. ¡Oye tú, centinela distraído! Un poco más de vigilancia férrea. ¿Es un deporte olímpico, o persecución de un forajido fotógrafo empedernido? ¡Oigan ustedes, un poco de más paciencia. ¡Cáspita! No se detienen un instante para darle paso a los que desean cruzar la calle. ¡Quia!, calle, línea blanca, semáforo, vigilante... ¿de qué sirve todo esto? No importa nada, a probar...
¡Hola! Motoristas despierten y eviten el terremoto... y ya se acerca la tarde. ¡Uf!... Pues voto a...!, debemos cruzar ya compañeros. ¡Oh! Por ese lado! Dios nos guarde. ¡Cáscaras! Con el pellejo van a pagar su temeridad. Atrás, sí... ¡bien!
Ya hemos cruzado o pasado la mitad, estamos seguros... ¡Ahora! ¡Alerta!, dos pasos más y en salvo. ¡Eh! Curioso todavía en Belén con los pastores. El cruce, ya... bellacos, imítenme a mí. Ojalá no lo deshacen. Este es el momento. Ea, un titubear... uno, dos y tres ¡adelante! ¡Hurra! ¡ay, ay! Socorro. Ese cristiano imprudente debe haberse roto la crisma, por no tener fe en Dios, nuestro protector. Casi lo tiene merecido, ¡Caramba!
Cielos, ¡ay! Mi pierna. Tan buen mozo y cómo ha quedado. ¿Dónde estoy? Hombre, donde tú querías por aViva, Crítica en Líneato. De gracia, en un hospital. ¡Oh! ¿Y cómo vine a parar aquí? Cruzando la calle, hombre. Ahora puede ud. Gritar ¡idiota!, me salí con la mía. Caracoles, era de Dios. Por no perder el tiempo, casi pierdo la vida.
"Es más propio del hombre la vanidad, que la prudencia".