Los partidos políticos están en plena ebullición. A pesar que el país hace poco acaba de completar su período electoral, pareciera que no hay tregua entre los colectivos panameños.
Hasta el oficialista Partido Revolucionario Democrático (PRD) enfrenta dificultades, con una membresía que reclama posiciones en el engranaje gubernamental.
Ya se observa la toma de oficinas en reclamo de puestos en la burocracia, lo que se contradice con los proyectos que promueve el propio gobierno de reducir la planilla a los niveles existente a diciembre de 1999.
Para colmo de males, la mayoría de la dirigencia del PRD, desde el mandatario Martín Torrijos para abajo, forman parte del gobierno y no hay quien atienda el día y los reclamos propios de la membresía perredista.
En la oposición, el panorama no es el mejor. El Arnulfismo, ahora Panameñismo, está dividido en tres facciones, ninguna de la cual tiene el control mayoritario.
En la convención del domingo se abrieron más las heridas y es probable que una de las facciones en pugna busque toldas en las filas de Vanguardia Moral de la Patria, el colectivo en formación cuya inscripción promueve el expresidente Guillermo Endara.
Otro colectivo opositor, el Molirena también está inmerso en una pugna eterna entre las facciones de Jesús Rosas y Arturo Vallarino.
Por los predios de Solidaridad, no hay coherencia ni en su propia bancada, dando la impresión que cada uno a la libre.
Frente a ese panorama, mal puede andar bien un país si las organizaciones políticas estan inmersas en crisis.
¡Hay que ordenar la casa chica, para luego atender la casa grande que es el país!.