El terrible caso de los trillizos italianos que fallecieron ahogados en su propia residencia en Las Cumbres es un recordatorio estremecedor de los cuidados y precauciones que debemos tener con nuestros hijos pequeños.
El país entero se suma al dolor de esta esta familia italiana que perdió no sólo a uno, sino a sus tres más pequeños miembros simultáneamente. Una tragedia de tal magnitud que no podría desearse ni al peor de los enemigos. Y todo por un parpadeo.
Los niños pequeños, sobre todo cuando comienzan a dar sus primeros pasos, son como un torbellino que quiere tocarlo todo. Cualquier cable eléctrico suelto, cualquier frasco de insecticida, cualquier superficie filosa, les despierta curiosidad.
Ellos están por jugar, por aprender, por conocer el mundo que los rodea, por reaccionar ante todos los estímulos. No piensan en el peligro, y sienten que nada los puede detener.
Los padres debemos dejar que los niños exploren, jueguen y conozcan, pero siempre bajo supervisión. Si personas adultas y con experiencia pierden la vida en accidentes por ingenuidad e imprudencia, por supuesto que los infantes están en un riesgo muchísimo mayor.
No se trata de que ahora los padres eviten a toda costa que sus hijos entren a una pisicina, sino que procuren estar con ellos durante todo momento, y vigilando sus movimientos.