El negocio de la estética y belleza corporal, de reciente data en Panamá, ha alcanzado un auge vertiginoso que mueve millones de balboas, al punto que suman miles las empresas que se dedican a esta actividad comercial obteniendo una buena rentabilidad y jugosas ganancias.
Todas las mujeres aspiran a verse bellas y atractivas, por lo que, de sus salarios dejan una buena cantidad de dinero en hacerse peinados, tintes, manicures, pedicures, blowers y otros aditamentos corporales que les proporcionan el tan anhelado "nuevo look".
Es tal la influencia que ejerce la cultura de la belleza física en las damas que, incluso algunas aseguran que cuando se sienten deprimidas recurren al peluquero para elevar su autoestima y sentirse animadas.
Junto al aumento de salones de belleza creció la industria de la fabricación y el comercio de una diversidad de productos, jabones, perfumes, cremas, una gama infinita de tintes para el cabello, decoloradotes y cuanto instrumento se requiere para ejercer este trabajo.
Pero a medida que va en aumento el número de personas y establecimientos dedicados a este tipo de empresas, también se ha desmejorado las condiciones de los trabajadores, incrementando la informalidad y reduciendo progresivamente los salarios.
Existen serias quejas de los trabajadores locales ante la invasión de extranjeros dedicados a ejercer este oficio sin cumplir con las reglamentaciones laborales del país.
Utilizando el mecanismo de "alquilarle" la silla o el cubículo a la estilista, el propietario del establecimiento evade el pago del seguro social y cualquier otro tipo de prestaciones.
Entre otras consecuencias, este deterioro ha dado como resultado la presencia de damas laborando en calles y avenidas, dedicadas a este trabajo en búsqueda de un sustento de manera honrada y decente, pero sin instalaciones adecuadas.
Cabe anotar que los horarios de trabajo en estas empresas son prolongados y agotadores.