Definitivamente que la luz está cara. Eso es irrefutable. Los panameños vivimos bajo el yugo de las empresas eléctricas que nos aumentan constantemente la tarifa de la luz, y nos sentimos desamparados por el gobierno.
Pero muchos de nosotros no nos estamos ayudando tampoco. Tómese un tiempo y mire alrededor de su residencia u oficina: ¿cuántas lámparas hay encendidas en recámaras y cubículos donde no hay nadie en ese momento? ¿Está el aire acondionado encendido también y no hay nadie ahí? ¿Y quién está viendo el televisor, las paredes?
¿Qué clase de bombillos utiliza usted? ¿Acaso son todavía los de luz incandescente amarilla? ¿La puerta de la refrigeradora cierra bien?
Si la respuesta a la mayoría de estas preguntas es sí, entonces usted se está revelando a sí mismo algunos de los pequeños grandes detalles que explican por qué su recibo de luz está tan alto.
El uso responsable y prudente de la energía eléctrica no es una prerrogativa, es un deber. Aquellos años en que la luz costaba un real se acabaron, y no volverán ni aunque se acaben de golpe todas las distorsiones y vivezas en el mercado de la energía en Panamá con que nos "trabaron" durante la firma de los contratos con las empresas eléctricas.
Si no está en el cuarto, mantenga la luz apagada. Cuando salga de su residencia, verifique que todo esté en "off".
Cambie todos los focos de su casa y oficina con bombillos de luz blanca, y por nada del mundo deje la puerta abierta cuando el aire acondicionado esté encendido. Mientras más hermético permanezca un cuarto, mejor se conserva el frío, y no tenemos que aumentarle la potencia al aire.