Cuando arrancó el Torneo Nacional de Béisbol Juvenil, allá a finales de los años 60, se pensó que sería una especie de abre bocas de la gran fiesta beisbolera panameña: el Campeonato de la categoría Mayor.
El tiempo le ha dado la razón a quienes siempre pensaron que mantener a la juventud lejos de la droga, sería provechoso. Los juveniles han dejado de ser un simple torneo de apertura, para convertirse en una contienda de progreso, esperanza.
La fiesta del béisbol se enciende con el juvenil y cada año el torneo abraza y quema. La categoría se ha transformado en una vitrina de lujo. Desde su inicio en 1969 hasta la actualidad, han desfilado 21 peloteros que primero fueron juveniles con sus provincias y más tarde fueron profesionales en equipos de Grandes Ligas.
Desde que el coclesano Juan Berenguer jugará en 1970, han empezado a desfilar otros jugadores que luego llegaron a la Gran Carpa: Roberto Kelly, Enrique Burgos, Carlos Maldonado, Mariano Rivera, Olmedo Sáenz, Carlos Lee, José Macías, Sherman Obando, Orlando Miller, Fernando Ramsey y otros, han jugado al béisbol juvenil en nuestros humildes parques de pelota y luego han pisado un lujoso campo de Grandes Ligas.
El béisbol es hoy día una ilusión que abriga esperanzas de nuestros jóvenes. La pelota juvenil es escenario para brincar al profesionalismo, pero también es una vitrina que te lleva a universidades en Estados Unidos. Peloteros han recibido becas y luego han regresado para ser grandes profesionales.
Cada día hay un niño que hace un "swing" con la ilusión de conseguir un chance en un equipo profesional y los sueños vuelan tan alto, como uno mismo quiere.Hoy día están en el diamante, los grandes ligas del futuro. Hay que apoyar a quienes buscan superación.