En una empresa u organización se dirigen personas. No nos engañemos, no estamos dirigiendo ninguna otra cosa.
Y esas personas forman nuestro equipo, en el que cada uno debe tener la responsabilidad de tomar bien sus decisiones y hacer bien su trabajo, así como la responsabilidad de informar a los demás de lo que él está haciendo, pensando o sintiendo sin dar por supuesto que los demás ya lo saben.
Las competencias emocionales son la clave para el mundo laboral. Y nuestro equipo es la parte fundamental de nuestro negocio, puesto que serán ellos quienes nos ayudarán a alcanzar nuestros objetivos.
Por eso, debemos motivarles a cambiar aquellos aspectos que deban ser cambiados, animarles a que utilicen su experiencia diaria para poner en práctica las competencias necesarias en su trabajo y ayudarles a hacerlo.
Pero para ello, debemos entender a las personas que trabajan codo a codo con nosotros: lo que les motiva, cómo trabajan y aprender a trabajar con ellos de forma cooperativa.
Para dar vía libre a su potencial, debemos ofrecerles un campo de acción y un entorno laboral en el que puedan trabajar con confianza, compromiso, autoridad y responsabilidad . Para ello, debemos ser persuasivos, autodisciplinados, corteses, tener paciencia, ser tolerantes con los errores propios y ajenos, ser humildes y sobre todo, tener y mostrar respeto por nuestros colaboradores.
Tienen muchas cosas para enseñarnos, si estamos dispuestos a aprender.
El liderazgo femenino, suele aportar más comprensión, mejor diálogo, mejor disposición al la escucha activa, enfatiza menos la autoridad y suele tener visión más humanista, más amplia y más comprensiva. El nivel de compromiso, paciencia, flexibilidad y cooperación es mayor comparado con el estilo de liderazgo masculino, que suele ser más racional, duro, atrevido, lógico, analizando y juzgando con mucha mayor facilidad.
Nuestra obligación como gerentes o empresarios es:
Ser conscientes de nuestras emociones para poder modificar nuestros estados de ánimo desfavorables y cuidar nuestra autoestima.
Mantener nuestro equilibrio.
Transmitir nuestra motivación, nuestro entusiasmo y confianza.
Controlar nuestros impulsos.
Cuidar nuestra sociabilidad y empatía.