Es rico en vitaminas A, C, B1 , B2, B6, selenio, potasio, magnesio, yodo, fósforo, calcio y hierro.
Es bueno para combatir reumatismo, afecciones pulmonares, obesidad, herpes, úlceras, estreñimiento, enfermedades de la piel, arenillas y piedras en riñones o vejiga, insuficiencia renal, próstata y anemia.
Actúa como suave laxante aliviando digestiones lentas y pesadas, estimula la función intestinal, mantiene el cabello, huesos, dientes y piel en buen estado.
Es un fruto redondo de cáscara delgada que se cultiva en lugares templados; es muy apreciado por su sabor ligeramente ácido y su pulpa consistente, suave, jugosa y aromática.
Aunque hay muchas variedades se clasifica en dos tipos; el de hueso colorado, en el que la pulpa toma color de la semilla porque están unidos, y el abridor o prisco de hueso suelto.
Se consume principalmente al natural, como fruta de temporada y en almíbar o mermelada, también se incluye en la elaboración de ensaladas, gelatinas, tartas y pasteles, y en el clásico melocotón melba que consiste en medio durazno en almíbar con helado de vainilla cubierto de crema de frambuesa.
Una vez maduros se recomienda almacenar no más de tres días, porque pierden sabor y aroma. Se conservan a temperatura ambiente en un lugar fresco y ventilado, o en la parte baja del refrigerador.